sábado, 8 de septiembre de 2012

Increible.

Era increíble lo mucho que podíamos decirnos sin abrir la boca,
solo necesitábamos una divertida mirada de soslayo
o el modo natural en que nuestras manos se rozaron
y él entrelazó sus dedos con los míos.
Me acarició la palma de la mano con su pulgar,
dibujando circulitos, y eso ya fue suficiente
para que se me desbocara el corazón,
¿qué debía de sentirse entre sus brazos?

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